El domingo día 9 de junio y como broche final
ante la llegada de la época estival, cerca de 70 socios decidimos visitamos
este espectacular Santuario, que estoy seguro a todos nos ha impresionado
incluso a los que ya lo conocían, por su enclave, conservación y contenido único
de sus reliquias y museos y por todas aquellas historias y leyendas que
envuelven a esta maravilloso enclave en relación con las distintas apariciones y milagros de Nuestra Señora de
Guadalupe, patrona de Extremadura, y que figuran majestuosamente plasmadas en los magníficos cuadros pintados
directamente en las paredes de un soberbio claustro mudéjar.
Es
tal la importancia de este Santuario, que creo merece la pena conocer los detalles
de sus origines y de la historia de tan
importante obra, pues bien, el Santuario comenzó su andadura a finales del
siglo XIII, siendo inicialmente una pequeña ermita, pobre y humilde, custodiada
en sus primeros años por el sacerdote Pedro García (1330), a la que sustituyó
la denominada segunda iglesia a finales del siglo XIV. Alfonso XI, que gustaba
cazar por estas sierras, visitó Guadalupe en el año 1335, contemplando el
estado ruinoso de la primitiva ermita y comenzando las gestiones para proceder
a su restauración.
Se
designó al cardenal Pedro Gómez Barroso como custodio, ocupándose de tal
cometido desde 1335 hasta 1341. En este tiempo se fundó en 1337 la Puebla y por
orden de Alfonso XI comenzaron a construir el Monasterio (1340) solicitando y
obteniendo para este lugar la creación de un priorato secular y lo declaró de
su real patronato. El priorato secular, dotado con el señorío civil del prior
sobre la Puebla, estuvo dirigido por cuatro priores entre los años 1341 y 1389,
finalizando este con la entrega del santuario a la Orden de San Jerónimo, que
se mantuvieron en este lugar cuatro siglos, hasta que la desamortización de
1835 puso fin a este periplo, pasando a ser parroquia secular de la
archidiócesis de Toledo, que regentaban sacerdotes diocesano hasta la llegada
de la Orden Franciscana en 1908, que es quien rige desde entonces y hasta la
actualidad el Monasterio y Santuario.
Como
distinciones destacables la concesión del distintivo “Real” por concesión de
Alfonso XI en 1340, “Pontificio” por concesión de Pío XII en 1955, “Monumento
Nacional” en 1879 y “Patrimonio de la Humanidad” por la UNESCO en 1993. Además
la imagen de Santa María de Guadalupe ostenta el título de “Reina de las
España o de la Hispanidad” otorgado por Alfonso XIII en 1928 y Patrona de
Extremadura” en 1907.
Tiene
este enclave una historia de Fe y Cultura de más de siete siglos, manifestadas
en su majestuosa biblioteca y librería y capillas musicales, en su Scriptorium
o Escribanía de libros miniados o “iluminados”, en sus talleres de bordados, de
orfebrería, en sus reales hospitales, farmacia y en todo sus obras artísticas.
El
Monasterio de Guadalupe es y fue un monumento de notable importancia: Fue el
principal Monasterio de la Orden Jerónima, es un exponente excepcional de la
arquitectura por su diversidad y variedad de estilos (destacan el Templo,
Claustro Mudéjar y templete, este último único en el mundo), vinculado a la
historia media y moderna de España por su relación con los reyes Católicos, protagonismo
de excepción con la evangelización y conquista de América, centro de cultural
de primer nivel, centro de investigación y enseñanza (escuela de medicina,
botica, scriptorium…), talleres de diversa índole (bordados, orfebrería,
miniados), biblioteca con un fondo extenso y rico, centro de peregrinación y
hospedería.
M. A. Martin
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